Noticias Ciclo 2012

La actriz y ex diputada electa se niega a hablar de política porque, según ella, se habla demasiado. Considera que necesitaba transformarse en un personaje teatral y confiesa que en una función una mujer del público le mostró la cola.

La vida”, dice Nacha Guevara, así, artículo y palabra, nada más, cuando se le pregunta acerca de su actual ¿espectáculo? en Mar del Plata, ¿Cómo hace esta mujer?Yo también le digo espectáculo por costumbre, pero es otra cosa, es muy nuevo. No se parece en nada a cosas que yo haya hecho o visto”.

Esa novedad de la que habla Guevara, que en el living de Susana, sostuvo, respecto de su aspecto, que según el documento tenía 71 años y según su cuerpo, su edad biológica, tenía 41, tiene que ver con la forma de su ¿espectáculo? que se lleva a cabo lunes y martes en el Provincial.

La vida me llevó a esta idea. Las decisiones que una va teniendo. Las marcas que te quedan. Necesitaba encontrarme un poco a mí, de perder a personajes como Eva, Tita o Mrs. Robinson, esas mujeres que me hicieron entender el alma femenina. Son vidas trágicas, muy intensas, de mucho compromiso emocional, que a veces cuestan para un actor. Yo necesitaba convertirme en mi propio personaje. Hay muchas cosas de mi infancia, de cosas que me tocaron vivir, mucho autobiográfico, hablo sobre la mujer Tinelli, de como la felicidad es lo primordial en está vida”.

Entonces, Nacha Guevara explica su ¿espectáculo?: “Soy yo. Por ahora, sólo yo puedo hacer de mí. Sin protección del personaje, mucho más expuesta, mucho más vulnerable frente al público. Es una puesta en escena simple, donde hago una serie de charlas, sobre temas, y después el público me hace preguntas.”

—¿No te daban miedo las preguntas que podían venir?

—No, porque buscaba esa franqueza. Igual, se va armando sobre la marcha (por ejemplo, ahora agregamos una canción), pero lo digo porque las preguntas son muy variadas y es muy nuevo noche a noche para mí. Obvio que hay preguntas que afectan, que te quedan en el cuerpo por un rato, que te hacen ir a lugares que son muy emocionales para uno. A veces me preguntan sobre mis operaciones, otras sobre mis papeles, sobre mi salud, la gente busca esa sinceridad, la honestidad de verte ahí sin máscara les genera algo muy sincero en sus preguntas. No les digo como vivir su vida, ellos quieren saber cómo vivo la mía. Me preguntaron si era feliz, por ejemplo.

—¿Lo sos?

—Sí, soy feliz. Pero descubrí que la felicidad tiene que ver con aprender de las cosas que pasaron. Con estar en paz con tu pasado. Con una armonía que reconoce que la felicidad es algo de momentos, no que existe durante 365 días. Y que tampoco tiene que ver con un estado de felicidad constante, sino con una calma interna. Aprendí a controlarme. A que cuando siento que algo me saca de mi lugar, sé cómo volverlo. Aprendí mucho de mí.

—¿Cuál fue la pregunta del público que más te impresionó?

—¡Una mujer me mostró el culo!

—¿Eh?

—Sí. Fue así. La mujer me pidió que le mostrara los brazos. Obviamente, yo no entendía nada. Y tampoco esa entrega mía implica un sometimiento. Me negaba. Ella insistía. Hasta que le dije: “¿Por qué no me mostrás el culo?”. ¡Y lo hizo!

—Mencionaste que hablás de la mujer Tinelli. ¿Qué es lo que te molesta en ese aspecto?

—Bueno, la mujer Tinelli, ese modelo de mujer, no representa a la mujer argentina. Representa otra cosa, más asociada a una idea de espectáculo. La mujer argentina es laburadora, esa mujer del día a día y no responde a imagen construida por la tiranía del modelo de belleza que se busca imponer. Y es esa mujer la que mueve la Argentina. No hay que equivocarse en eso. Esa mujer no tiene un segundo de prensa en la Argentina, no tiene un centímetro en los diarios.

—Que esa imagen de mujer Tinelli, como sostenés, prevalezca en la televisión constatemente, ¿te molesta?

—La verdad, no lo veo a Tinelli. Pero sí, me molesta. Me molesta el embrutecimiento que representa. Pero ojo: es algo que se hace de a dos. El público consume eso. Pero, también, los canales hace rato que no le ofrecen otra cosa al público; son años y años y de lo mismo, de no querer mostrar otra oferta. La televisión vive mucho en el día a día, pero cuando ese día a día no te llena nada, cuando es mediocre, hay un problema. Tampoco es simplemente un problema en la Argentina. Pasa en todo el mundo esto.

—Antes de la entrevista, nos pusieron como condición que no querías hablar de política. ¿Por qué no te puedo preguntar sobre eso?

—No, no, no, prefiero no hablar de política. Principalmente, porque ya hablan todos demasiado, y creo se ha olvidado en nuestro país y en nuestro día a día que hay muchas más facetas que hablar acerca de política y acá se habla demasiado. Yo descubrí a tiempo que no era mi lugar. Pero se habla mucho hoy, y se anulan otras facetas de la vida que son igual de importantes.

Desamparo en la cultura

Uno de los proyectos que Nacha Guevara auspició fue la entrega de un subsidio para la Casa del Teatro, entidad que alberga y protege a actores en su vejez. Al respecto sostiene: “Es tremendo el desamparo que hay en la cultura. Y el desamparo de los actores, de la clase artística, es brutal. Somos un país de gente muy olvidadiza para con nuestro legado cultural. Vivimos mucho en el día a día”. Y sigue: “Es un trabajo que no tiene protección. ¡No tiene jubilación! No hay seguro de desempleo. Es tremenda la incertidumbre que se vive como actor. Cuando yo cuento afuera acerca de la ausencia de una protección para con los actores, acerca de la situación en la Argentina en ese aspecto, abren los ojos como si fuera el dos de oro. No lo pueden creer”. Guevara como actriz ha interpretado en muchas ocasiones a Eva Perón. ¿Qué piensa de las versiones recientes en el cine y en la televisión de Evita? “No tenía idea de que existían. Hay muchísimas y cada una le encuentra su forma.” ¿Qué le encontró ella a Eva? “Creo que mi conexión fue especial porque viví mucho de Evita. De niña, de verla, recuerdos muy fuertes, o recuerdos de su muerte, de lo faraónica que fue toda esa preparación; recuerdo ver desde un balcón a la gente, la caravana. Eva, como personaje, es un lugar difícil donde llegar. Lo mismo me pasaba con Tita (Merello); ahí había una energía muy fuerte, aunque es distinta de Eva. Tita no era feliz. Esa tristeza me hizo intentar descubrirme a mí otra vez. Yo no quiero vivir como ella.

FUENTE: Perfil.com / Por Juan Manuel Domínguez