Noticias Ciclo 2011

Luego de su exitosa personificación de Eva Perón, en este nuevo musical se atreve a encarnar a otra mujer fuerte, con un pasado duro, bendecida por su carrera, pero abofeteada una y mil veces

Ocho peluquitas que se alinean en una larga mesa de trabajo. Cada una marca una etapa de la vida de Tita Merello, esa que desde esta noche comenzará a transitar Nacha Guevara en su nuevo musical, Tita, una vida en tiempo de tango , que toma a la cantante y actriz argentina desde los 20 años -cuando aprendió a escribir- hasta que tiene 96. "Esa -y señala la primera de las pelucas que descansan en una cabeza de maniquí- es con la que empieza cantando «Se dice de mí»; la de al lado es cuando está en el conventillo; después, cuando está en el teatro Ba-Ta-Clán; luego en el de revistas; aquélla marca el tiempo en que se enamora de Luis Sandrini; la pelirrojita más larga es de cuando hace Mercado de Abasto , en cine; la penúltima es la que todos conocemos; y ésa es la de viejita viejita."

A Nacha se le llena la boca de signos de admiración cuando habla de Tita y del espectáculo que armó junto a su equipo creativo, y que esta noche debuta en el Metropolitan I, teatro que se reformó especialmente para recibir esta propuesta (se abrió la embocadura, se liberó el escenario, se hicieron glorietas que continúan en los palcos).

-¿Por qué tomar a Tita?

-Yo tenía una linda relación con ella, su última grabación la hizo conmigo [grabó "Se dice de mí" en Heavy tango ]. Teníamos afinidad, además de admiración y respeto, porque para mí es la actriz y cantante argentina por excelencia. Era una mujer de una fuerza extraordinaria, una intuitiva total; puro talento. Tuvo una vida mágica, y eso para trasladarlo a un cuento teatral es invalorable. De chica me gustaba leer biografías porque me gusta la vida que hay detrás de lo que se ve y las luchas que hay detrás de cada vida. Las historias reales me parecen muchísimo más apasionantes que cualquier personaje de ficción.

Esos pensamientos tomaron a Nacha cuatro o cinco años atrás, cuando empezó a bosquejar la idea de este show, pero se le dispararon irremediablemente cuando estaba haciendo Eva . "Era una obra muy absorbente, dura de hacer todas las noches, sobre todo el segundo acto que era puro sufrimiento. Tenía que hacer algo que no tuviera que ver con eso y aparecieron una noche en el teatro Willem Dafoe y su mujer y nos hicimos amigos. Son milongueros, los acompañé un par de veces y me fui metiendo en el mundo del tango, género que siempre adoré, pero que nunca bailé. Y me encontré con que el tango bailado me daba una energía entre función y función que me renovaba por completo (se le ilumina la cara). Me gustó el ambiente, lo sano que es; ahí no siento esa mirada que siento en todas partes, ahí soy igual a los demás."

-¿Cómo surgió la idea de trabajar el texto con Alberto Negrín?

-No puedo trabajar sola, necesito un interlocutor, y con él tenemos una afinidad muy grande, me comprende, tenemos la misma velocidad mental. Además, él es muy ordenado, y yo más caótica; él anota todo lo que digo y, en cambio, yo escribo, me paro, lo represento, y a él no se le escapa nada. Somos una buena dupla, es como un hermano para mí.

Nacha y Negrín (quien también se hizo cargo de la escenografía) pasaron un año y medio trabajando en el libro, pero fue un trabajo en paralelo con los demás rubros: "Hacemos todo a la vez, la escenografía, la puesta, el vestuario, la luz y la escritura. Es muy holístico, muy orgánico. Para mí es más fácil armar en imágenes y así las imágenes completas se van materializando".

Esa materialización mucho antes de llegar a escena se vuelca en una gran maqueta que se va construyendo mientras se escribe el libro (lo que podría ser un storyboard en cine). "Es un trabajo maravilloso; tiene algo de juego de niños, de casa de muñecas; tenemos los muñequitos de cada personaje, el vestuario, y con una linternita [Nacha también se hizo cargo de la iluminación] voy pensando por dónde se entra, dónde se cuelga la luz. La verdad, sin ese proceso, para mí sería un gran caos. Acá cuando uno llega a los ensayos no hay ningún caos", sigue Nacha, que aprendió este modo de trabajo junto a Harold Prince, en los Estados Unidos, cuando él montaba El fantasma de la ópera .

-¿Este musical tiene la espectacularidad de Eva ?

-Hay una continuidad en espectacularidad, pero me parece que éste es más que Eva , es más argentino; porque Eva en su lenguaje musical es hermoso pero no es nuestro; en cambio éste sí. Además me preocupé en que fuera muy distinto porque Eva es un personaje y Tita, otro, y a pesar de que son contemporáneas y tuvieron una infancia parecida, los mundos en los que se movieron fueron completamente diferentes. Con Eva hablamos de un mito, y ésta era una mujer a tierra y todo el lenguaje visual, el sonido, la actuación tiene que acompañar a este personaje tan salvaje, tan fuerte, tan áspero. Es el mundo del tango y el mundo del tango es crudo, sobre todo del tango de que nos estamos ocupando, el de las décadas de oro.

-¿Te costó encontrar en tu cuerpo el personaje?

-Fueron muchas horas de sentarnos y escuchar reportajes, grabaciones, qué decía, cómo hablaba. Pero lo que yo hago no es imitación, no creo en ellas ni me salen; creo en las encarnaciones. Me importa lograr que su energía esté presente, y si eso está, todo lo demás sale. No hago el camino de afuera hacia adentro: de moverme como ella, de hablar o cantar como ella, no. Estoy convencida de que si preparaste el terreno algo mágico sucede y eso se llama encarnación. Es cierto que después hay que salir de ese proceso; porque este personaje emocionalmente me perturba profundamente; la parte final es tremenda y me cuesta muchísimo. Tanto que lo estoy trabajando con mi hijo psicólogo. El me ayuda a despegarme, es que cuando uno convoca y convoca a una persona la energía vuelve a vivir de algún modo, y hay que saber separarse. A Tita le pasaba lo mismo: cuando terminaba Amorina lloraba dos horas después de haber salido del escenario, y yo acá termino así, llorando como una loca.

Alberto Favero, con su dirección musical y una orquesta de siete músicos, vuelve a ser un pilar en las propuestas de Nacha. Por su parte, el elenco de Tita se completa con Christian Giménez, como Luis Sandrini; Marcos Woinski, en varios papeles; Alejandro Vázquez, como Discepolín; Ariel Leyra, como Hugo Del Carril, y Andrés Zurita, Stella Maris Faggiano y Norberto Trujillo, entre muchos otros.

FUENTE: Por Verónica Pagés | LA NACION