"Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo..." Nacha Guevara, "Nacha de noche", Nacha para siempre con Alberto Favero

Salgo otra vez de verla enamorado. Creo que fue al final de los 70 cuando recibí un flechazo de la diva en un teatro de Madrid, estrenando ella en España. Tres décadas más tarde, este mismo jueves en el vigués teatro Caixanova, volví a sufrir ante su cuerpo enajenarse mis sentidos, la certeza de hallar a una persona capaz de comprender y compartir contigo las cosas dispares de la vida. "Si te quiero es porque sos/ mi amor, mi cómplice y todo / Y en la calle, codo a codo / somos mucho más que dos / somos mucho más que dos", cantaba mi Nacha en Vigo recitando a Benedetti.

Treinta años después la vuelvo a ver sobre la escena aupada su voz mezzosoprano sobre el piano inmenso de Alberto Favero, y vuelvo a sentir con ella la misma emoción sobrecogida. Nacha Guevara, seductora Nacha capaz de estremecer, de pasar del humor al amor en sus más altos registros, de mover el cuerpo desgarbada como un clown, con los andares de una puta o los aires de una diosa.

Tres maridos pasaron entretanto por su vida, sabe Dios cuántos amantes y varios hijos y nietos le quedan de tanto amor ganado, perdido, derramado. "Aquí estoy", canta ella a sus 70: "Vi pasar inviernos, vi dictadores morir / y estoy aquí / De Juan Pablo I la bendición recibí / y estoy aquí / Autógrafos, chismes, listas negras / envidia, rosas y miseria / De la vida lo bueno y lo malo aprendí / De mis maridos huí / y estoy aquí".

Nuestra biografía puede hacerse con memorias de canciones, con nombres de artistas que nos dejaron huella con sus versos. Nacha Guevara y Patti Smith, por ejemplo, nacida una al principio y otra al final de los 40, las dos cantoras de poetas, las dos en Vigo esta semana. Con ambas me haría un rosario de recuerdos.

El paso de Nacha por mi vida se fija a una España ochentera que amanece y a un espacio afectivo inolvidable (podía cantar "la vi con mi mujer primera"). ¿Y Patti Smith? El domingo la veré en Castrelos y me traerá retazos de otro tiempo en que pasé muy cerca de su vida sin saberlo. Nueva York, al comenzar los 70, cuando se hacía el amor oyendo a Cat Stevens o leyendo fragmentos de Walt Whitman sobre el lecho, y al levantarte escuchabas galopar a Paco Ibáñez.

Fuente: Diario El faro de Vigo por Fernando Franco
Video cortesía de: Victor Rodriguez Fernandez